jueves, 23 de diciembre de 2010

MI VUELTA A LA VIDA

José Tomás Guadalupe Perdomo





Nunca llegué a pensar que la muerte estuviera tan cerca, en cada rincón, en cada esquina que cruzas, haciendo la vida tan efímera.

Yo estaba un poco decaído aquel sábado veinte de agosto de 2008, sabiendo que ya se nos habían acabado nuestras vacaciones en Madrid, a mi y a mi familia. Ya nos disponíamos a coger un taxi para que nos apresurara hasta la puerta del aeropuerto de Barajas, ya que teníamos bastante prisa, el avión tenía previsto su despegue a las 13:00 hora local y no nos había dado tiempo ni de comer un bocadillo.
Solo faltaban cinco minutos para facturar nuestras maletas, pero llegamos justo a tiempo y pasamos raudos por el pasillo, como cualquier leopardo en la sabana en busca de su presa.

Como no habíamos comido, mis hermanos y yo nos tuvimos que gastar cuatro euros cada uno en un bocadillo de tortilla, ya que este bocadillo era el que estaba más acorde con su precio. Era ya la una en punto, y justo ya esperando en la puerta de embarque para ir camino hacia el avión, una voz agripada avisó a los pasajeros de que el vuelo JK 5022 de Spanair con destino a Gran Canaria se había retrasado.

Mis hermanas se rieron para no enfadarse o para no llorar, no sé, pero mis padres si mostraron su sensación de impotencia, ya que nos habíamos apresurado mucho desde el hotel donde nos hospedábamos hasta el aeropuerto para que en ese momento nos hicieran perder más el tiempo. Mi padre montó en cólera, estaba rojo como un tomate, sudando, y la vena que se le asomaba por el cuello parecía un calabacín entero recién comido. Mi madre no estaba enfadada... ¡estaba furiosa! Mi madre tiene mucho carácter, tanto que podría hacer retroceder al mismísimo Rey León, pero se contuvo.

-Mamá, me voy a dar una vuelta por las tiendas, yo vengo cuando sea la hora de embarcar- le dije a mi madre aburrido como una ostra.

-Vale, pero no tardes, que el retraso es solo de media hora- esgrimió.

-Vale- respondí yo con brevedad.

Me paseé por ocho tiendas observando peluches de Bob Esponja, de Hello Kitty, de Pokémon, y pasaron los minutos...

-¡¡Mierda, que ya son las dos!! - grité tan estresado como nunca. ¡Que vamos a perder el avión por mi culpa!.

No recuerdo ningún momento en el que había corrido tanto, ni cuando gané aquel triatlón en Yaiza. Había llegado empapado en sudor, habría bajado tres kilos mas o menos, y allí me esperaba mi madre...

- ¡¡¡Te dije que te dieras prisa, ya se ha cerrado la puerta de embarque y ya no nos dejan pasar!!!- dijo mi madre tan enfadada como lo estaba mi padre.

Me sentía muy culpable, habíamos perdido el vuelo por mi ignorancia y mi pasotismo, y además, el horno no había estado para bollos. De repente, mientras creía escuchar nuestro avión despegar, se había escuchado un estruendo en todas las terminales que formaban el aeropuerto, como si hubiera estallado un volcán, el Teide, por poner un ejemplo.

La frase que más desprendía la gente desde su boca, o incluso la única, era ``¿qué ha pasado?´´, incluso mi familia, pero era curioso, mi hermana Marta no estaba. Todas las personas que estaban en el aeropuerto daban sensación de angustia e incertidumbre, de creer saber lo que había pasado, pero en realidad, de no saber exactamente nada. Todos se acercaban y escudriñaban en la ventana más próxima que tenían hacia la pistas en donde estaban los aviones, yo el primero. En un instante me percaté del hedor a gasolina y a neumáticos quemados, un olor a putrefacción. En pocos segundos después, toda la gente lo empezó a notar.

A lo lejos me pareció ver una inmensa columna de humo, de un kilómetro, así a ojo. El estruendo había seguido al despegue de mi avión, y eso me hacía pensar que había sufrido un accidente aéreo. El vuelo JK 5022 de Spanair ya no salía en aquellas pantallitas en las que se puede consultar la puerta de embarque y la hora de salida del vuelo, lo que me hacía pensar aún mucho más que el avión se había estrellado.

Al cabo de unos minutos, divisé a mi hermana Marta corriendo desde la ventana que estaba al lado de la puerta de embarque, se abalanzó sobre mí y mi otra hermana, Anabel, y nos dijo que nuestro avión había tenido un accidente y que lo había grabado con el teléfono móvil. Sentí como si mi cuerpo se resecara por dentro y no dejara de funcionar, como si estuviera en estado de shock. Aquel vídeo era escalofriante, se podía ver como el artefacto se elevaba a unos 50 pies del suelo y en poco segundos se precipitaba hacia el asfalto, arrasando la vegetación por la que pasaba y acabando en un arroyo, como una ballena varada en una playa.

-¡Marta, ese avión era en el que teníamos que viajar!-dije todavía en estado de shock.

Mi hermana no se movía, estaba con la boca abierta y dejó caer el móvil. Yo me asusté, pero luego pensé que era normal, habíamos estado a puntar de morir.

Finalmente la noticia fue comunica en todo el aeropuerto a través de aquella voz agripada.La gente no daba crédito a lo que había sucedido.

Mi familia y yo habíamos vuelto a nacer, si yo no me hubiera demorado en aquellas tiendas, en mirar aquellos peluches, mi familia y yo habríamos muerto, no creo que el destino y la suerte nos elegiría para no vivir ese final. Nunca creí que un descuido por mi parte pudiera hacer tan feliz a mi familia, por un momento pensé que me iban a dar las gracias por entretenerme viendo peluches. Sin embargo, tendríamos que dormir en el aeropuerto y gastarnos mucho más dinero para coger otro avión y llegar a nuestra casa sanos y salvos, pero sinceramente, después de lo ocurrido, preferí quedarme a vivir en Madrid y no coger un avión más en mi vida. No caería esa breva.

Había pasado ya bastantes horas del accidente y el aeropuerto se llenaba de gente sin maletas en la puerta de embarque, efectivamente, eran los familiares de los posibles muertos.Habían personas de tez muy teñida,¡canarios seguro!, pensé, ya que el avión tenía como destino Gran Canaria, seguramente con gente nativa de allí.

Ya era por la noche, el cansancio nos envolvía, no podíamos con nuestras almas, nos dignamos a dormir,el día siguiente sería otro día. Lógico.

Al despertarme, observé una claridad de un amanecer, como si hubiera salido a la luz el veintiuno de agosto, y al mirar hacia los demás sillones, me percaté de que los familiares de los pasajeros habían dormido con nosotros. Me levanté a mirar la hora de salida de nuestro vuelo con mi madre, y señaló el primero de todos, no me lo podía creer... ¡Teníamos que viajar en otro avión de Spanair!
Nuestro nuevo avión ya se disponía a iniciar el vuelo, y nosotros a embarcar y a entrar en él. No volví a ver más a esa gente derrumbada esperando noticias.

Al entrar en el avión, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. La aeronave estaba despegando y recé tres Ave Marías y cinco Padres Nuestros, no quería que el destino jugara con nosotros e hiciera nuestra muerte solo cuestión de tiempo.

Llegamos Gran Canaria por la mañana, muy temprano, no había nadie en el aeropuerto, pensaba saber por qué, pero le ordené a mi mente que se callara la boca. Volvimos a coger el siguiente avión que nos llevaría hacia Lanzarote, y próximamente, hacia mi casa.

Ese veintiuno de agosto no escuché nada sobre el tema del accidente aéreo de Barajas, excepto al llegar a mi casa y encender la tele. El primer canal que mostraba el televisor era Antena 3 , el telediario, y Susana Griso lo dijo muy claro, anunció que el accidente aéreo se había cobrado 154 víctimas y 18 heridos, dentro de los cuales yo podría haber sido uno de ellos, aunque hubiera preferido ser uno de los heridos junto con mi familia.

Ya es veintitrés de diciembre de 2010, más de dos años después de nuestra posible tragedia, próximo a la cena de Navidad de Nochebuena con mi familia, y todavía pienso que si yo no me hubiera demorado en aquellas tiendas viendo peluches de Bob Esponja y de Pokémon, ahora mismo no estaría celebrando las fiestas en este mundo, en otro creo yo, como dicen.

Todavía al coger un avión para viajar con un objetivo cualquiera, de ver paisajes, por trabajo o lo que sea, se me estremece el cuerpo y el alma, pensando que sentado en cualquier sillón del avión está el destino y la suerte riéndose de mi y de mi familia en los sillones traseros, esperando a que mire hacia atrás para averiguar la faz de aquellas carcajadas, y no vuelva a mirar nunca jamás.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El viaje que cambió mi vida

Juan Ignacio Perdomo Hermida


Era verano, yo, sentado en el porche de mi gran casa, observaba como los pajarillos volaban alrededor de ella. 

Esperaba a que Felisa, la sirvienta de la casa, preparara el desayuno, huevos revueltos con algas, su especialidad. 

Mientras, yo me distraía leyendo un libro que me había aconsejado mi gran amigo Raúl. Éramos amigos desde muy pequeños, desde que nacimos, como decíamos nosotros, Raúl era el típico amigo al que le contaba todo, el que lo sabe todo de ti y tú todo de él. El era alto; Delgado; Musculoso; le decían que tenia piernas de futbolista y espalda de gimnasio, su pelo era marrón claro, sus ojos marrón miel, su nariz era pequeña, su boca ni grande ni pequeña, tenía unos dientes perfectos, ya que años atrás había usado unos brackets. 

Mi vida no varió mucho durante el verano, todo cambió al llegar el invierno. 

Tuve que viajar a Francia, era un viaje de negocios, tenía que asistir a varias conferencias durante una semana. Yo era médico, aunque de pequeño quería ser profesor, cambié de idea al pararme a mirar a aquellos profesores que me habían dado clase durante mis años de estudiante, no era difícil para mí sacarme la carrera pero sabía que no iba a tener la paciencia que tenían los profesores de aquellos años.

Era invierno y  había nevado bastante, no era la primera vez que veía la nieve, tuve ocasión de verla varias veces más durante otros viajes que había hecho. 

Pasé cinco días de conferencia en conferencia, pero fue al llegar a Paris donde cambio mi vida por completo. Conocí a una joven llamada Coraline. Era una joven guapa, un poco más baja que yo, tenía unas piernas perfectas, Su pelo era rubio y largo, tan largo que le llegaba al final de la espalda, sus ojos eran grandes y verdes, su nariz era pequeña y sus labios finos.

Nos conocimos en un famoso restaurante de la capital, yo estaba cenando con unos compañeros que también habían asistido a las conferencias y ella estaba cenando con unas amigas.

Estuvimos cruzando miradas gran parte de la noche.

Salí a tomar un poco de aire a la puerta del famoso restaurante, estaba apoyado en una farola observando la Torre Eiffel, cuando de repente vi a aquella preciosa joven acercarse lenta y tímidamente hacia mí.
-Hola. Dijo la joven.
-Hola. Contesté con una gran sonrisa dibujada en mi cara.
-Qué buena noche hace hoy ¿verdad? Preguntó.
-Sí, es perfecta. Respondí yo.

Poco a poco me vi sumergido en una larga y preciosa conversación. Estuvimos hablando durante horas, quedamos para vernos antes de que volviese a España.

En esas “Citas” nos intercambiamos los números de teléfono, y quedamos en llamarnos a menudo.

Parecía que habíamos congeniado bien. 

El domingo volví a España, pero el sábado por la noche volvimos a quedar por última vez en París. En esa cita volvimos al mismo sitio donde nos conocimos, yo apoyado por segunda vez en aquella farola, y ella enfrente de mí, volviendo a intercambiar palabras hora tras hora, llegó el momento de despedirnos. Ella con cara de tristeza me miró y dijo: -Te voy a decir un secreto; yo, mirándola fijamente a los ojos, asentí con la cabeza, dándole a entender que se lo dijera sin miedo. Ella con los coloretes enrojecidos dijo: Te quiero. Yo, Atónito, aunque no por mucho tiempo respondí: yo también te quiero. Y sin más pausas nos sumergimos en un apasionado beso.

Prometimos llamarnos todos los días, y le ofrecí que se fuera a España que yo vivía solo en mi gran casa y había espacio para los dos. Ella dijo que se lo pensaría pero que seguro que iría a España de vacaciones y si le gustaba se quedaría ya que ella también estaba sola en Francia.

Ya en España, Hablé meses y meses con ella hasta llegar el verano que le invité a pasar sus vacaciones conmigo en mi casa, ella no se lo pensó dos veces y dijo que sí.

Pasó todo el verano en España, hasta que llego el día de su vuelta a Francia, yo le volví a ofrecer que se quedara en mi casa. Ella no sabía qué hacer me dijo que se lo había pasado muy bien durante el verano, estuvo unos minutos pensando y al final dijo, vale, me quedo.

Y hasta hoy después de casarnos dos años después de aquel momento y de tener tres hijos conmigo, solo ha vuelto a Francia de vacaciones.

Un secreto y una promesa

Milagrosa Malapit
Un día me desperté con la luz del sol brillando en mi ventana, bajé las escaleras rápido, vi a mi familia viendo la televisión y en especial a mi madre, una madre soltera que nos supo sacar adelante, valiente, luchadora, con una sonrisa siempre, de ojos azules como los míos y rubia. La abrasé fuerte y me dio un beso en la frente y a los 5 segundos mis hermanos mayores nos aplastaron, a mí y a mi madre, con un fuerte abrazo de oso. Por la tarde mi madre nos llevo a un centro comercial para pasar el día juntos, en donde nos sacamos fotos, jugamos, comimos, reímos... Como una familia feliz, y al caer la noche comimos palomitas viendo una película de acción que no me gustó mucho, por eso me quedé dormida en el sofá. Al día siguiente me desperté en mi cama pero no había sol, estaba lloviendo, fui al baño, me lave la cara y bajé corriendo las escaleras para abrazar a mi madre como siempre pero había un problema no estaba, sólo estaba mi hermana mayor, Alicia, una chica cerrada, graciosa, simpática y siempre sonriendo, como mi madre, mamá no está en casa está con Rubén en el hospital, me dijo con voz apagada, Rubén era el único chico de la casa y el más mayor, él era quien se encargaba de todo, era simpático, amigable y aunque era mi único hermano yo lo quería como si fuera el padre que nunca había llegado a conocer, ¿Y por qué mamá está en el hospital? ¿Qué hace allí? ¿Le pasó algo?, le pregunté con voz temblorosa y de asustada, mamá no se encuentra bien por eso Rubén la llevó al hospital, pero tranquila que se curará, te lo prometo, me dijo con una sonrisa irónica y a la vez me abrazó, pasamos la tarde esperando a la llamada de Rubén sentadas en el sofá y viendo la televisión estábamos ansiosas y desesperadas hasta que cayo la noche y por fin había llegado  esa llamada de Rubén que tanto esperábamos y nos comunicó que mi madre había fallecido por un tumor al que nosotros no sabíamos nada, mi hermana al enterarse de esa noticia dejó caer el teléfono y se quedó en estado de " shock " y le pregunté que qué pasaba, pero no respondía, cogí el teléfono y  fue mi hermano quien me lo dijo, cuando me enteré me dije a mí misma que las promesas a veces no se cumplen, abrasé a mi hermana con fuerza y las dos comenzamos a llorar.
En el entierro de mi madre, un día lluvioso y negro, era el más emotivo de mi vida y para el de mis hermanos, cada uno leíamos en alto la carta que le habíamos hecho al día siguiente después de que falleciera y cuando habíamos leído nuestras cartas nos abrasamos fuerte en el recuerdo de mi madre que nunca olvidaremos. A partir de ese día tuvimos que vivir y seguir adelante, como hizo mi madre aquél día, en casa de mis abuelos, y cada día que pasaba me acordaba de una frase que nos había dicho a mí y a mis hermanos “valora lo que ahora tienes porque algún día te levantarás y no estará”.

Una experiencia imborrable

Alexander Valdivia Benavides



En el verano del 2001, cuando yo vivía aún en Perú, a la edad de seis años, mi infancia transcurrió normalmente, creo, como la mayoría de los niños de mi misma edad, hasta que irremediablemente aconteció en mi vida un suceso traumático: una enfermedad.

Como todos los días mi abuelo, un hombre de contextura media, tez blanca, de estatura baja y de un carácter apacible y cariñoso nos llevaba al colegio a mi hermano y a mí, aparentemente yo no manifestaba ningún síntoma y signo de la enfermedad, pues me desenvolvía como cualquier niño que jugaba, estudiaba, reía con normalidad.

Un día por la noche antes de acostarme fui al baño a orinar y me di cuenta que el color de mi orina era totalmente rojo oscuro. Yo no era aún consciente de lo que me estaba sucediendo, así que llamé a mi madre para contarle lo sucedido, ella vino al baño y al ver la orina con sangre se quedó sorprendida y asustada de lo que me estaba pasando, pues no sabía cuál era el motivo de esa hemorragia, parecía como si me estuviera desangrando, pero no me sentía mal, no tenía ningún dolor, así que mis padres me llevaron de urgencia al hospital. Allí el doctor de turno, un hombre alto, de contextura delgada, de ojos rasgados, cejas delgadas y nariz mediana que aparentaba ser alegre y amable, me atendió, aparentemente todos mis signos vitales estaban bien y dijo que podía tratarse de piedras en el riñón, pero que tenía que hacerme una serie de pruebas para darme un diagnóstico y así que me derivó a mi médico de cabecera.

Al día siguiente fui al hospital del "Niño" que era el centro hospitalario donde yo me atendía regularmente, y mi médico de cabecera me atendió, ella como siempre muy cariñosa y servicial me auscultó y no veía nada anormal en mí, así que me dijo que tenía que hacerme una analítica de sangre y orina, y que posteriormente me tenía que derivarme a los especialistas, como era el servicio de urología, cistografía, nefrología, luego tuve que hacerme una ecografía renal y si no teníamos hasta ahí un diagnóstico, recurriríamos a una biopsia.

Mis padres se encontraban muy preocupados por mí, ya que me había tocado vivir desde tan niño una experiencia como ésta, para distraerme un poco de todo esto, decidieron llevarnos a mi hermano y a mí a un zoológico.

A los pocos días empezó mi revisión con cada uno de los especialistas, primero con el urólogo, luego con el nefrólogo, me llamó mucho la atención cuando estuve en la sala para realizar las cistografía, era un lugar frío, inhóspito, había una camilla, lámparas y aparatos médicos, yo estaba un poco asustado, pero mi madre estaba presente y me dijo que nada malo me iba a suceder. El doctor me dio unas indicaciones, que me recostara en la camilla y que luego me iba a poner anestesia, que esté tranquilo y luego a través de un cistoscopio se podía ver el estado de la vejiga, en ella se podía apreciar unas manchas blancas entre cortantes, el doctor dijo a mi madre que el exceso de calcio tendía a formar cristales en la vejiga y que podía ser esa la causa del sangrado en la orina, pero que el informe final lo iba a dar mi médico de cabecera; así fue, luego me hicieron la ecografía renal y otra analítica.

Después de todos estos exámenes, acudimos a consulta y en ella mi médico de cabecera nos dio el diagnóstico final, la doctora explicó a mi madre el motivo de la hematuria, se trataba de una hipercalciuria, esto quería decir exceso de calcio en la orina, estos cristales al pasar por los uréteres rompían vasos sanguíneos y se producían el sangrado, se descartó las piedras en el riñón y no fue necesario recurrir a una biopsia.

La doctora indicó el tratamiento a mi madre que era tomar bastante líquido, una alimentación balanceada y reducir el calcio en la alimentación.

Mi vida al día de hoy transcurre normalmente, no he vuelto a tener esta experiencia.

martes, 21 de diciembre de 2010

EL ASESINATO

Haridian Machín Álvarez

Era un sábado como otro cualquiera, yo estaba sola en mi casa ya que mis padres habían ido a recoger a mis hermanos de sus respectivas actividades extraescolares. Como siempre, yo estaba sumida en la música que creaban mis dedos al tocar las teclas de mi querido piano.

Ya era de noche, me resultaba extraño que aún no hubiesen llegado, miré la hora de mi reloj de pulsera. Las agujas marcaban las 9 y media. Miré la calle a través de la ventana que había en la pared a mi izquierda, no se veía ningún Mercedes-Benz azul oscuro aparcando. Aquello era muy extraño, no podían tardar más de una hora. Los sitios no estaban tan lejos.

Fui a la cocina y comencé a prepararme la cena. Cuando ya tenía mi taza con leche y Nesquik y mi sándwich con mantequilla y mermelada me senté en la pequeña y redonda mesa de la cocina.

Las 10 menos cuarto. Ya había cenado, recogido la cocina, guardado las partituras del piano y me encontraba en mi habitación. Había hecho varias llamadas a sus móviles, pero la chica que siempre se escuchaba en el móvil me decía que la conexión era imposible. Estaba bastante preocupada. De pronto tocaron la puerta y yo me alivié. Bajé las escaleras y abrí la puerta con la intención de regañarles a todos por hacerme coger tantos nervios, pero tras la puerta no estaba mi familia, sino dos agentes de policía.

-Buenas tardes, ¿es esta la casa de los Brooks?-me dijo el agente de la derecha. Era un hombre calvo con cejas canosas, bastante bajito y rechoncho.

-Sí agente-los miré preocupada-¿Qué ha pasado?-un mal presentimiento recorrió mi cuerpo, me estaba asustando, y mucho.

-Bueno, traemos malas noticias. Su familia al completo ha fallecido en un accidente de tráfico. ¿Le importaría acompañarnos a comisaría?-dijo el hombre de la izquierda. Éste era alto, rubio, con ojos azules y tenía buena forma física, pero sus rasgos le estropeaban la cara, dejándolo feo. Reí, o más bien solté una risa nerviosa. Tenía que ser una broma.

-El día de los inocentes es dentro de un mes. Hagan el favor de no molestar a la gente con este tipo de bromas pesadas, ¿sí?-dije en tono enfadado. Una parte de mí sabía que decían la verdad y que me había quedado sola, pero otra parte, más grande, no quería aceptarlo de ninguna forma.

-Señorita, esto no es ninguna broma. ¿Nos haría el favor de subir al coche y acompañarnos a comisaría? Tenemos que hacerle unas preguntas. El accidente fue provocado.

Me quedé tan estupefacta al oír aquellas últimas palabras, que cuando me quise dar cuenta, estaba sentada en una incómoda silla frente a una gran mesa de madera. Delante de mí, estaba el agente rubio que había ido a mi casa.

Una hora de interrogatorio después, me llevaron a casa de mi abuela ya que era menor y no podía quedarme sola. En cuanto la puerta se cerró tras de mí, comencé a llorar de forma desconsolada y corrí a la habitación de invitados donde dormiría esa noche.

Desde entonces, sigo llorando, odio los coches y las bombas que los hacen explotar. Además de los sábados.

Un verano diferente

Cristina Tavio.






Todos los veranos mi familia y yo nos íbamos de viaje al extranjero, nos quedábamos en un hotel e íbamos a conocer el país. Pero ese año sería diferente, ese año mi madre decidió que en verano nos fuésemos a Lanjarón, un pequeño pueblo de Granada, donde vivía toda su familia.

En el avión mi hermano Daniel y yo conocimos a Sara, una chica de 15 años, alta, morena, de ojos verdes y pelo rizado. Ella vivía en el mismo pueblo al que nosotros nos dirigíamos y nos contó muchas historias sobre ese pueblo.

Al llegar al pueblo mi tío Nicasio, un hombre robusto, moreno y calvo, nos llevo a la casa en la que nos alojaríamos ese verano. Esa casa pertenecía a Carmen, la abuela de mi madre, pero cuando ella falleció, hace 2 años, la casa se quedo deshabitada y el tío Nicasio nos la presto. Era una casa grande, de 2 plantas y con un inmenso jardín.
Cuando ya nos habíamos alojado, mi padre nos llevo a dar una vuelta por el pueblo. Más tarde fuimos a cenar a una pizzería. Allí nos encontramos a Sara, que nos explico donde vivía para que fuésemos a visitarla. Estuvimos hablando durante toda la cena y ella nos prometió que nos enseñaría cada rincón del pueblo.

Al llegar a la casa todos nos fuimos acostar. A medianoche yo me levante para ir al baño, cuando de repente escuche la voz de una persona mayor, yo me quede muy extrañado, pero como estaba un poco dormida no le di importancia.
A la semana siguiente, cuando todos estábamos comiendo, escuchamos pasos y voces en la parte de arriba. Era la misma voz que yo había escuchado la otra noche, asique se lo dije a mis padres. Ellos muy asustados pensando que sería alguna persona fueron a ver quien se encontraba allí, pero en la parte de arriba no había nadie. Mis padres muy extrañados por el suceso llamaron al tío Nicasio, él les dijo que desde hace unos meses había notado varios sucesos inexplicables: el jardín se cortaba solo, los platos se fregaban solos, la bañera se llenaba sola, etc.

El domingo Sara me fue a buscar para enseñarme todo el pueblo, tal y como había prometido.
Me llevo a la plaza del pueblo donde se encontraban todos sus amigos y me los presento. Después de estar toda la mañana con ellos fuimos a comer al Burger King, ella me dijo que me había me cojido mucho cariño en estas semana y yo le dije que ella se había convertido en mi mejor amiga y ella me dijo que yo también. Más tarde fuimos al cine a ver una película. A las 9 de la noche llegue a mi casa y me fui a duchar. En la ducha escuché como una voz me decía:
-Esto es mío, ¿qué hacen aquí? ¿Quiénes son?.
Yo fui corriendo a decírselo a mi madre y ella decidió que seria mejor irse de esa a casa y volver a Lanzarote para no meternos en problemas. Al día siguiente, me despedí muy triste de Sara pero le prometí que volvería a verla.

Ese verano había sido un buen verano, había conocido a unas de mis mejores amigas, conocí un pueblo nuevo y me lo pase muy bien. Aquel verano había sido un verano diferente.

El mejor viaje de mi vida


Emilio Hernández Aparicio



En el invierno de 2008, mi hermana Carla y yo fuimos de viaje a Madrid(España) para visitar a nuestros primos. El vuelo JSK-1920 con destino a Madrid, salía el día dieciocho de Diciembre a las seis de la tarde. Cuando ese día llegó, yo estaba muy ilusionado. Teníamos todo preparado, las maletas estaban listas y mis padres habían llamado a nuestros primos para avisar de que llegábamos hoy.
A las seis de esa tarde estábamos en el avión con destino a Madrid. Llegamos a las diez y media de la noche porque el vuelo se había retrasado muchísimo y hubieron turbulencias. Recogimos las maletas y tomamos el primer taxi que vimos. Le dijimos que nos llevara a la Calle La fortuna y así fue.
Nos bajamos del taxi y miramos el edificio, que tenía un aspecto de ser viejo. tocamos en la puerta. Abrió un señor con tes oscura y pelo rubio. Gritó por toda la casa que ya habíamos llegado, y de repente empezaron a bajar todos nuestros primos. Mi impresión al verlos fue de alegría. Carlos, el mayor de todos nuestros primos, tenía veinte años. Él era delgado y de piel blanca, con unos ojos marrones y muy grandes. Su boca era pequeña y la nariz larga, pero lo que más me impresiono fue su melena larga y rubia. Silvia, tenía la misma edad que yo. Era alta y delgada, de tes blanca y con una melena larga, lisa y dorada como el sol. Sus ojos azules y su boca grande la hacían toda una belleza. Y por último, Javier de diez años. Era bajo, muy moreno y de pelo oscuro. Sus ojos eran negros y sus labios de color rojizo.Nos presentaron a su mayordomo, el Sr. Smith, un hombre de cuarenta años
Silvia me contó que sus padres estaban en Holanda, por temas de trabajo y no nos iban a poder ver. Nos ensañaron nuestras respectivas habitaciones y nos encerramos como si de allí no fuésemos a salir jamás.

Me tumbé en la cama y me quede dormido. Me desperté por la mañana, con el sonido del despertador. Miré el reloj. Eran nada más y nada menos que las ocho de la mañana. Desayuné, me duché y me vestí. Fui a la habitación de mi hermana y mientras ella hablaba por teléfono, yo inspeccionaba su habitación. Se escuchaba un suave cantar de pájaros. Cuando terminó de hablar, me preguntó:

- ¿Te apetece ir a dar un paseo por las calles de Madrid?

Yo le conteste que sí, pero antes sería mejor decírselo a nuestros primos. Corrí hacia el cuarto de Carlos y le dije que íbamos a ir a dar un paseo por Madrid, y que comíamos fuera.

A las ocho y media, fuimos a un centro comercial de la Calle Fuencarral, a comprar un regalo para nuestros padres. Estuvimos allí hasta la hora de comer y decidimos ir a comer al restaurante chino que había al lado. Sin darnos cuenta, Habíamos pasado toda la mañana en el centro comercial y decidimos ir a dar un paseo por la plaza. Nos sentamos en un banco, y contemplamos el ambiente.
Se me pasaron los días rapidísimos, ya que me encantaba estar en Madrid, y estar con mis primos. El día que ya volvíamos a casa, miré en la agenda la hora a la que salía el avión y empecé a preparar la maleta. El avión sale a las dos Lucía, prepara las maletas. Cuando terminé de preparar las maletas, Lucía ya estaba esperándome en la puerta. Me despedí de Javier y de Carlos. Silvia me dijo que en verano iría a Tenerife a visitarme, me dio su número de teléfono y me besó en la mejilla. Me quedé sorprendido unos minutos y de repente se escuchó el grito de Lucía. Bajé corriendo, nos montamos en el taxi y fuimos rumbo al aeropuerto. Sin duda, ese había sido el mejor invierno de toda mi vida, y el próximo año, volvería a ir.


Cathaysa Ávarez Machín

¿Cuál es el lema de la RAE?
Para transmitir mejor sus objetivos, los fundadores de la RAE, crearon un lema formado por un crisol al fuego. En el centro del escudo estaba inscrita la leyenda por la que es conocido en la actualidad: “Limpia, fija y da esplendor”. Estos tres verbos resumen el espíritu de la Real Academia, su entrega absoluta al propósito de combatir cuanto altera la elegancia y la pureza de nuestro idioma.

¿Consideras importante la unidad ortográfica? ¿Por qué?
Sí la considero importante, porque hace que todos nos entendamos mejor, nos haga un poco más culto y porque es bonito escribir bien, sin faltas de ortografía, y más cuando vamos a entregar un escrito, además, el no tener faltas de ortografía dice mucho de una persona.

Sin embargo no le veo la importancia a los nuevos cambios ortográficos porque no había ningún problema grave con ellos, sin embargo ahora sí, porque esto va a crear confusiones para los que lo escribían al contrario de ahora. Además creo que hay problemas más importantes, como la pobreza, los fenómenos climatológicos, etc, como para estar pensando en la ortografía.

¿Estás de acuerdo con los cambios que propone la RAE? Justifícalo
En parte sí y en parte no.
Estoy de acuerdo con que a las palabras “solo” y “esta”, no se le pongan tilde, debido a que a veces a mí me ocasionaba confusión y siempre me equivocaba y con la “o” también estoy de acuerdo, porque yo nunca le he puesto tilde. Y respecto a la “ch”, “ll” y “ex”, también estoy de acuerdo porque yo la “ch” y “ll” nunca la he incluido en el abecedario pero sin embargo no estoy de acuerdo con que no son letras, porque si los separamos cada una son letras, por ejemplo, “ch” esta formada por la “c” y “h” lo único que están juntas, por tanto deberían considerarse letras y no ponerse en el abecedario porque son letras que ya se han repetido anteriormente.
No estoy de acuerdo con que a la “i griega” de le llame “ye”, porque ya era una costumbre que se tenía y porque no le veo la importancia de que se llame de una cosa u otra manera, además en el colegio, a los niños pequeños les está enseñando como “i griega”, y ahora tendrán que decirle que esta mal y que se llama “ye”. Tampoco me parece bien la eliminación de la tilde en “guion” porque ya era una hábito, te lo habían enseñado como una palabra aguda y hasta el programa Word te pone la tilde.

domingo, 19 de diciembre de 2010

El regalo de mis padres.

Elizabeth Suárez García



El verano pasado mis padres me hicieron el mejor regalo de cumpleaños, viajar a Argentina para conocer a mis padrinos. Ellos tenían el viaje preparado desde hace meses y me querían dar una sorpresa cuando yo cumpliese los quince años.
El dos de julio por fin estaba ya en el aeropuerto esperando para viajar con mi hermana Ana que también tenía mucha ilusión de conocer a sus tíos. Subimos en el avión y rápido nos sentamos en nuestros respectivos lugares, donde la azafata, una chica rubia de ojos azules nos atendió muy bien. Después de un largo viaje, nos bajamos del avión y mi hermana gritó: ¡Por fin hemos llegado! ¡Que ilusión tengo de conocer a los tíos!
Tan pronto como llegamos recogimos las maletas y al salir reconocí a mis padrinos, tal y como mis padres habían dicho. Lucía, mi madrina, morena, alta, de ojos verdes y Pedro, mi padrino, moreno también, un poco más bajo que ella y de ojos marrones. Yo y mi hermana nos acercamos y los saludamos, ellos también nos habían reconocido por unas fotos que mis padres les habían mandado antes de que viajásemos.
Nos llevaron en coche hasta su casa, grande, de dos plantas y muy espaciosa, con un jardín muy grande lleno de árboles y flores. Mi hermana y yo nos alojaríamos en la planta de arriba donde solo había dos habitaciones, un baño y un pequeño salón.
Al día siguiente mis padrinos nos llevaron a mi hermana y a mí a conocer la cuidad de Buenos Aires donde durante las siguientes tres semanas que nos quedaríamos allí la visitábamos casi todos los días con una vecina que tenia mi edad y que nos hicimos muy amigas. Se llamaba Lucía, al igual que mi madrina y era una chica morena, bajita y muy simpática y divertida.
Unos días después viajamos con mis padrinos y en alguna ocasión con nuestra nueva amiga a campos preciosos llenos de flores donde también había algún puesto de comida que nos llegaba para pasar el día fuera, conociéndonos cada vez más. Otro día nos desplazamos a las afueras de la cuidad donde vivía uno de los hijos de mis padrinos. Se llamaba Iván, se parecía mucho a su padre, moreno, de ojos marrones y muy simpático. Pasamos el día en su casa de campo donde vivía con su mujer y su hija de cinco añitos.
Mi hermana se hizo muy amiga de Carla, la hija de Iván y se pasaron los tres días que nos quedamos por allí jugando y divirtiéndose. Cuando volvimos no se querían despedir y Carla se vino unos días para estar más tiempo con nosotras en Buenos Aires.
Tres días antes de irnos fuimos hasta la bolera con mis padrinos, Carla y Lucía. Nos lo pasamos super bien y de camino a casa en coche me fijé en una preciosa fuente que había en medio de la carretera. Al llegar estaban esperando los padres de Carla para llevársela de vuelta a casa.
Los dos días siguientes nos los pasamos recogiendo las cosas y comprando algunos regalos para mis padres. La hora de la despedida llegó y mis padrinos nos acompañaron hasta el aeropuerto donde nos costó mucho marcharnos. Nos esperaba otro largo vuelo hasta España donde ya nos estaban esperando mis padres. Al llegar a casa le enseñamos todas las fotos que nos habíamos sacado y todos los buenos momento que pasamos juntos.
Después de ese viaje llamaba todas las semanas a mis padrinos y cada vez que podíamos mi nueva amiga Lucía y yo nos comunicábamos vía messenger donde también me informaba muchas veces como estaban mis tíos.
Para mi hermana y para mi fue el mejor verano de nuestras vidas y esperábamos ansiosas el siguiente año, ya que mis padres prometieron que volveríamos a viajar a Buenos Aires con ellos el verano que viene.

viernes, 17 de diciembre de 2010

LA CASA DE ENFRENTE

Cathaysa Álvarez Machín


Yo tenía catorce años cuando aquello sucedió. Mis padres habían decidido ir a vivir a un barrio a las afueras de la ciudad, en el invierno de 2009, lejos de todo el mundo, aunque en realidad lo decidió mi padre, que era muy atrevido, planificador y perfeccionista, si algo odiaba era que algo le saliera mal, al contrario de mi madre, que era paciente con todo y todo le parecía bien y casi nunca protestaba como yo y mi hermana sobre sus ideas.Según ellos yo y mi hermana éramos atrevidas (yo más que ella), alegres y un poco gritonas. Yo no era miedosa, bueno, hasta que llegué a aquella calle.

La nueva calle era muy larga y estrecha, con solares llenos de esqueletos de animales y varias tumbas cubiertas de grandes y asquerosas telarañas. Las farolas no eran abundantes y se apagaban y encendían constantemente a lo largo de la noche, acompañadas, por el aullido de los lobos hambrientos que bajaban por la colina de las montañas en busca de qué alimentarse. Pequeños árboles y arbustos se balanceaban de un lado para otro, debido al fuerte viento que les azotaba. A mi en principio no me gustaba, y más con la casa que teniamos enfrente, que parecía un castillo encantado, habitada por una presencia invisible, que está y no está, y que provocaba escalofríos y exhalaba suspiros a todos los que se le acercaban.

Al los pocos días de llegar, mi madre me dijo que fuera a saludar a la vecina de enfrente y aunque me negaba ella insistía. Toqué varias veces y una mujer bastante mayor me abrió la puerta con un gato en el hombro, que salto hacia mi, pudiendo esquivarlo a tiempo. Parecía una mujer misteriosa, para nada agradable. Su cara era gorda y llenas de granos y con una nariz encorvada y vestia unos trapos viejos.Estuve hablando con ella unos minutos hasta que me dio la sensación que le estaba molestando, así que me marché.

Por la noche, oí gritar a una chica y cuando me asomé por la ventana pude ver como la anciana se pelaba con ella, después sentí un fuerte ruido, y al volver a mirar, vi como la anciana la arrastraba por el suelo y la metía en la casa. Por primera vez me asusté y fui corriendo a decírselo a mis padres, pero ellos dormían, así que me armé de valor y salí de mi casa decidida a ver lo que paso realmente con la chica, porque a lo mejor yo había visto mal.Al llegar a la casa, la puerta se abrió sola, y el gato negro de ojos verdes estaba sentado en la escalera, como si me estuviera esperando. Llamé varias veces a la anciana pero no hubo respuesta, así que entré por mi propia cuenta. Al acercarme al gato una trampilla se abrió en mis pies y caí a una especie de sótano muy oscuro. Intenté buscar un interruptor para encender la luz, cuando de repente se encendió como por arte de magia una pequeña bombillita que al instante se apagó, fue entonces cuando sentí como alguien me agarraba del cuello, con manos heladas y temblorosas, que me hizo dar un salto y apartarme de allí en cuestión de segundos, y cuando la bombilla se iluminó de nuevo, pude ver como alrededor mío habían muchos esqueletos, cosa que me hizo gritar del susto y al girarme pude ver a la chica que había visto pelear con la anciana, colgada de los brazos a un andamio del sótano y con un aspecto fúnebre. Entonces un escalofrío recorrió mi cuerpo e intenté huir de allí, pero fue en vano, la anciana apareció entre una neblina, vestida con unos trapos viejos y arrugados de color marrón, con un sombrero agujereado de color negro, y parecía estar enfadada, como cuando alguien busca algo y no lo encuentra. ¡La anciana era un espíritu! Y ahora yo estaba en sus manos.

--Gloria, despierta cariño, es de día—oí decir de lejos.

Al parecer todo había sido un mal sueño, una pesadilla que parecía muy real, pero cuando fui al baño, en el espejo había dibujado una anciana y una chica colgada de los brazos como en el sueño y al lado del espejo estaba mi hermana, con la cara pálida, con ojeras y el pelo alborotado, que era la responsable de esos dibujos. Entonces un chillido de espanto salió de mi boca.

Un Viaje Inolvidable.

Cinthia Guadalupe de León


Hace dos veranos viaje a Francia, me acompañaron mi prima Sandra y mi hermana Briseida. Estuve preparando el viaje a Annecy (Francia) durante meses.
Al fin vi cumplido mi sueño de viajar a aquel lugar cuando mi tía, la madre de Sandra, nos invitó a su casa. Sandra estudiaba derecho en España y hacia tiempo que no veía a su madre, y como cada año, pasaba allí el verano.
Mi prima era de tes blanca, y cabello negro, al igual que su madre, tenía los ojos verdes y una elevada estatura heredada de su padre , pero era tan delgada que tenía un aire de fragilidad que atraía a todo el mundo. Era una persona atrevida, le gustaba conocer nuevos lugares y hablar con la gente, era muy aplicada en sus estudios y por ello había conseguido numerosas becas a diferentes lugares.
Una vez aterrizamos en Annecy, mi hermana empezó a chillar histérica:
-¡Hemos llegado! ¡Por fin estamos aquí!
Yo le dije que se tranquilizara un poco, aunque yo tampoco podía ocultar mi emoción al haber llegado al aeropuerto de Francia.
La casa de mi tía era pequeña pero muy acogedora, tenía tres habitaciones y un gran jardín que daba justamente a una pequeña colina hermosa por su vegetación.
En los dos meses que permanecimos allí hicimos excursiones por la cuidad, también fuimos al lago Annecy que era magnifico por sus aguas limpias y cristalinas, parecía sacado de un cuento de hadas.
Visitábamos la ciudad muy a menudo, me encantaba pasear por sus calles, ver la diversidad de culturas que poblaban los bares, los mercados, las plazas...Yo intentaba practicar mi nefasto francés pero lo único que conseguí en esas visitas fue llenar mi maleta de bellos recuerdos de la cuidad, en una de estas salidas encontramos a un viejo amigo de Sandra que se llamaba Axel, era simpático y tenía un sentido de humor de los más curioso, él nos invito a una fiesta familiar en su casa que celebraba ese fin de semana. Mi hermana sin pensarlo acepto ir con una sonrisa. Ese día lo pasamos genial, bailamos y probamos comida de lo más extraña , eso sí, estaba riquísima.
Un día a mitad de las vacaciones a mi prima se lo ocurrió hacer una excursión en un valle que se encontraba a varias horas de la casa de mi tía, nos contó que cuando era pequeña solía ir con su padre y pasar el fin de semana acampando bajo las estrellas. A mi me pareció una buena idea pero mi hermana no quería ir, por lo que se quedo con mi tía Marcia.
Salimos de madrugada y fuimos en su coche, tardamos varias horas en llegar allí pero mereció la pena, era un lugar remoto, lleno de árboles y con un pequeño riachuelo donde se podía pescar.
Antes de irnos a dormir, Sandra y yo nos sentamos frente al fuego, estábamos conversando cuando oímos un ruido extraño, yo me asuste, pero mi prima mayor siempre valiente, me tranquilizó diciéndome que seguramente serían pequeños animales del bosque, y pensamos que lo mejor era irse a dormir.
Al despertar decidimos volver, pues las verdad las dos seguíamos algo intranquilas. Cuando llegamos al coche, Sandra, no conseguía hacerlo arrancar y se puso muy nerviosa, algo bastante raro en ella. Intentamos no perder la calma y llamamos por el móvil a mi tía Marcia.
Estábamos cansadas, ya habían pasado cinco horas y la ayuda no llegaba, volvimos a oír un extraño ruido, esta vez si nos asustamos las dos. Entonces aparecieron de detrás de un arbusto mi hermana y mi tía, que no paraban de reírse al ver nuestra caras de espanto. Todo quedo siendo una jugada de la imaginación.
Las semanas siguientes pasaron volando, cuando nos dimos cuenta estábamos de nuevo en el aeropuerto esperando por nuestro avión con destino a casa.
En la despedida mi tía nos abrazó efusivamente, cosa que me extraño porque ella era bastante distante y extravagante, pero yo sabía que nos quería, así que sin miedo la abrace fuertemente y me despedí de ella con un beso. Antes de desaparecer con mi hermana por la puerta de embarque la salude con la mano, pero no solo me despedida de ella , sino también de aquella maravillosa Francia. Sin duda aquel fue el mejor verano de mi vida.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Nueva ortografía

Limpia, fija... y jubila letras y acentos

La nueva ortografía llama 'ye' a la 'i griega', suprime la tilde en 'solo' y escribe 'cuórum'
Artículo de "El País"
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 06/11/2010 E  

Que la ortografía es un ente mutante lo ilustra bien el hecho de que, en 1741, la primera edición lanzada por la Real Academia Española apenas 30 años después de su fundación se titulaba Orthographía. Por otro lado, que la disciplina que rige la correcta escritura es un asunto sensible para mucha gente lo demuestra la polémica que se desató cuando en 1815 se eliminó la "h" de la palabra "Christo". Por eso, Salvador Gutiérrez Ordóñez, coordinador de la nueva Ortografía académica que publicará Espasa antes de Navidad, evita usar incluso la palabra reforma. No digamos ya revolución.
Pero más que la susceptibilidad de hablantes que se han acostumbrado a guión o quorum como otros se habían acostumbrado antes a obscuridad o Christo, lo decisivo es que, mucho más que el diccionario o la gramática, la ortografía constituye la mayor garantía de unidad del idioma: "En la inmensa extensión del mundo hispanohablante, el español presenta variedades fónicas y léxicas. Sin embargo, comparte unas mismas normas ortográficas. Por eso podemos leer a Rulfo y a Delibes como si tuvieran una misma voz". Puede que la palabra manejar no signifique lo mismo en España y en América, pero en las dos orillas se escribe exactamente igual.
Según su responsable, la nueva obra trata de ser razonada y exhaustiva -tendrá 800 páginas, casi cuatro veces más que la última, de 1999-, pero también simple y legible. Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico perseguido por la comisión que ha representado a las 22 Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles pasado, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (La Rioja), echó el cierre a la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el próximo día 28 en la Feria del Libro de Guadalajara (México), Gutiérrez Ordóñez, sentado en la biblioteca donada a la RAE por Dámaso Alonso, repasa una obra que en unos casos "legisla" y en otros solo "orienta", pero que, pese a la sorpresa que puedan provocar algunas de sus "innovaciones", tiene cuatro pilares: "El uso, las autoridades (es decir, la literatura), la evolución de la lengua y la coherencia gramatical". Nada que ver con la incendiaria propuesta de García Márquez de jubilar la ortografía, "terror del ser humano desde la cuna". La ge y la jota siguen ahí; las haches rupestres, también. Algunas cosas, sin embargo, cambian.
- La i griega se llamará ye. Cosas del panhispanismo: América pierde la be alta y España, la i griega. Hasta ahora, algunas letras del alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para la v; uve doble, ve doble o doble ve para la w; i griega o ye para la letra y. La nueva Ortografía propone un solo nombre -"sin apellidos"- para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo), de ahí su nuevo nombre, frecuente en muchos países de América: "También decimos yeísmo". Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
- Ch y ll ya no son letras. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, las letras del abecedario pasan a ser 27.
- Solo en casa, ambiguo pero sin tilde. Hasta ahora, el acento gráfico indicaba la diferencia de uso de formas como este y solo. Pero ya desde 1959 las normas ortográficas limitaban la "obligatoriedad del acento gráfico" a las situaciones de posible am bigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré sólo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que "esos casos son muy poco frecuentes y se resuelven fácilmente por el contexto", la nueva Ortografía indica que "se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos". Eso sí, no se "condena" su uso si alguien utiliza la tilde. La RAE, no obstante, lleva ya décadas predicando con el ejemplo y, desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde en ninguno de esos casos. Desde hace algunas semanas, este periódico tampoco.
- Un guion puede tener un goya, pero no una tilde. De los 450 millones de hablantes del español, unos pronuncian como diptongo lo que para otros funciona como hiato, por eso la RAE permitía la escritura con tilde a "aquellas personas que percibieran la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, se pronuncien como se pronuncien, deben escribirse siempre sin tilde.
- 4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva, entre tanto, no ha perdido de vista los ordenadores. Hasta ahora, la conjunción "o" se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Sin embargo, los teclados de las computadoras han eliminado el peligro de confundir la letra o con la cifra cero. Y donde no hay peligro no hay señal de peligro.
- Gran premio de Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, como recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/: "En nuestro sistema de escritura, la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior? Deberá hacerlo como si se tratase de "extranjerismos crudos": quorum, en cursiva y sin tilde. Los nombres propios, sin embargo, quedan excluidos. Llegará, pues, el día en que leer Qatar sea como leer London.
- La ex del golfo de México. Dadas las continuas dudas que provoca la colocación de las mayúsculas, la nueva Ortografía ha optado por un criterio claro: "Se eliminan de los términos genéricos que se anteponen a los nombres propios (golfo de México, calle Felipe IV)". Además, la partícula ex se homologa al resto de prefijos, es decir, "se escribirán unidos a la base cuando sea una palabra simple (exmarido, antisocial, proamericano)" y separados cuando "afectan a bases léxicas compuestas (ex capitán general, pro derechos humanos)".
¿Cuál es el lema de la RAE?
¿Consideras importante la unidad ortográfica? ¿Por qué?
¿Estás de acuerdo con los cambios que propone la RAE? Justifícalo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Las formas del discurso

Tarea 1. Las formas del discurso
  • Repasa en la Unidad 1 de tu libro de texto lo que has estudiado sobre la narración, la descripción y el diálogo.
Tarea 2. Un relato
  • Repasa el procedimiento que se indica en la unidad 1 para elaborar un relato sobre una experiencia personal.
  • Edita tu relato en un documento Word: abre un documento Word, escribe tu relato, guarda tu trabajo y pon título a tu documento.