miércoles, 26 de enero de 2011

Las mejores navidades de mi vida


Era una noche fría de diciembre, toda la familia estaba reunida como de costumbre en el salón para cenar. Todo parecía transcurrir con normalidad excepto cuando mi padre nos miró a todos de una manera muy misteriosa, dándonos a entender que tenía algo muy importante que decirnos.

Mi padre es un hombre de 45 años, muy robusto, de piel morena, con los ojos de un color verde clarito y el pelo aunque lo tenía teñido de negro debido a las canas que le habían salido con el paso del tiempo era de color castaño claro. Todo excepto mi hermana que normalmente cuando está cenando no parece que esté en la mesa ya que se queda atontada mirando la televisión, se quedaron extrañados, como con ansias de saber lo que se le pasaba a mi padre por la cabeza en ese momento. Mi hermana apartó segundo después la mirada de la televisión y se centró toda ilusionada en el rostro de mi padre. Mi madre llena de curiosidad le preguntó que de que se trataba, y él le contestó:

- En esta última semana he estado preparando unas vacaciones en Galicia, no sabía si ese era el lugar más indicado para pasar las navidades, pero pensé que así podríamos pasar junto a tu familia de Galicia.

- Claro que es el lugar más indicado, es la mejor idea que has tenido en mucho tiempo cariño. Le contestó mi madre.

El vuelo rumbo a Galicia saldría el Miércoles 22, así que teníamos tan solo dos días para preparar todas las cosas, comprarnos ropa un poco más abrigada y comprarle algunos regalos a la familia.

Llegó ese esperado 22 de diciembre, era las dos de la tarde cuando pisamos el aeropuerto de Galicia después de tres largas horas en el avión. Tras salir del aeropuerto directamente nos dirigimos rumbo a casa de mi tía Inés, una chica de 25 años, muy cariñosa, morena, alta y con los ojos marrones. Todos estábamos entusiasmados por ver a la familia, ya que hacía cerca de 5 años que no los veíamos. La verdad es que yo aún no me lo creía, eran las primeras navidades que pasaríamos junto a la familia de Galicia, siempre acostumbrábamos a cenar con la familia de Canarias, pero eso en verdad ya cansaba un poquito porque siempre eran las mismas caras y las mismas cosas, así que el hecho de pasar unas navidades fuera era lo mejor que nos podría haber pasado.

Por fin llegó ese tan esperado momento, según nos acercábamos a la puerta dónde vivía mi tía Inés, los íbamos viendo cada vez más cerca, hay en la puerta de color blanco esperándonos junto a mis dos primos Rubén y Miguel de tan solo 7 y 9 años. Las ganas de que mi madre aparcara el coche para poder salir corriendo y abrazarlos era cada vez más intensa.

Tras transcurrir ese tan esperado día estábamos demasiado cansados porque no habíamos parado de hablar con ellos y de visitar sitios bonitos de Galicia. Mis primos no me dejaban ni un segundo quieta, ya que eran aún muy niños y les encantaba jugar.

Todos sabíamos que pasaríamos con ellos el 24 y 25 de diciembre pero que el 26 ya tendríamos que volver a casa para pasar el año nuevo con la familia de Canarias. Todos estábamos ilusionados preparando la cena de navidad, los niños inflaban los globos, los mayores preparaban la cena y yo junto a una nueva amiga que hice en Galicia preparábamos la mesa.

Si, en tan solo dos días conocí a muchas personas, en especial a Marta, una chica de mi misma edad, 15 años, rubia, de piel muy blanquita y con los ojos azules. En poquísimo tiempo cogimos mucha confianza, ya nos considerábamos buenas amigas, así que le pedí a mi familia que pudiese pasar el día de navidad con nosotros ya que no tendríamos mucho tiempo para estar juntas.

Tras preparar la mesa de navidad se nos ocurrió ir a comprar petardos para después de la cena tirarlos. Mientras íbamos a la tienda de la otra calle ocurrió un percance. Resultó que notábamos como que algo nos seguía, pero mirábamos para todos los lados y no veíamos nada, así que no le dimos demasiada importancia. Según salíamos de la tienda después de haber comprado los petardos junto a un par de golosinas, nos dimos cuenta de que justo cuando salíamos algo salió corriendo, no sabíamos que era pero nos picaba la curiosidad por saber que era. Fuimos rumbo a donde habíamos visto desaparecer esa cosa tan extraña, mi amiga estaba un poco asustada porque podría ser lo mismo que nos estaba siguiendo y no sabíamos si era una persona o que era. Segundos después nos dio la risa floja cuando nos dimos cuenta de que lo que nos había estado siguiendo y que lo que tanto miedo le daba a Marta era un simple gatito blanco, seguramente abandonado, ya que parecía tener mucho frío y miedo.

Cuando llegamos a casa junto con el gatito llamado ya por nosotras Miau nos dio miedo enseñárselo a mi familia por si nos mandaba a echarlo a la calle por el hecho de que mi madre odiaba a los animales, así que lo escondimos en el coche para que aún no lo vieran.

La cena de navidad estuvo genial, todos bailábamos, los mayores bebían y mis primos no paraban de inventarse juegos y más juegos para que todos jugáramos. En conclusión parece que eran las mejores navidades que había tenido, la fiesta era divertida, había conocido a mi actual mejor amiga allí y tuve una mascota nueva ya que al final acabaron descubriendo al gatito en el coche, pero nos dijeron a mi hermana y a mí que nos lo podíamos llevar a casa.

Llegó la hora de irnos, se nos había hecho demasiado cortas las vacaciones en Galicia, será debido a lo bien que lo habíamos pasado, pero ese sería el momento más triste, la despedida. Por un lado estábamos nosotros llorando, por otro lado mi tía, mis primos y mi tío que justo al irnos vino él de su largo viaje de negocios, así que no pudimos conocerlo demasiado, y también por otro lado Marta. Ella me había dicho el día ante que no sabía si iba a ir a despedirse porque aún no se hacía la idea de que me fuera tan pronto, pero al final fue, me alegre mucho al ver que estaba hay, llorando pidiéndome que no me fuera, pero no se podía hacer nada, lo único que pudimos hacer es llegar al acuerdo de que el fin de año viniera ella a Canarias para pasarlo junto a mi y mi familia, la verdad la idea le pareció genial. Y así fue, pasemos juntas otro de los mejores momentos de nuestras vidas.

1 comentario:

Departamento de Lengua dijo...

Bien, coherente, aunque te faltó incluir diálogo. Cometes algunas discordancias,p.ej. las ganas era cada vez más intensa.Cuidado con el uso vulgar de "pasemos" y el"hay" por "ahí"(2 veces).