martes, 21 de diciembre de 2010

EL ASESINATO

Haridian Machín Álvarez

Era un sábado como otro cualquiera, yo estaba sola en mi casa ya que mis padres habían ido a recoger a mis hermanos de sus respectivas actividades extraescolares. Como siempre, yo estaba sumida en la música que creaban mis dedos al tocar las teclas de mi querido piano.

Ya era de noche, me resultaba extraño que aún no hubiesen llegado, miré la hora de mi reloj de pulsera. Las agujas marcaban las 9 y media. Miré la calle a través de la ventana que había en la pared a mi izquierda, no se veía ningún Mercedes-Benz azul oscuro aparcando. Aquello era muy extraño, no podían tardar más de una hora. Los sitios no estaban tan lejos.

Fui a la cocina y comencé a prepararme la cena. Cuando ya tenía mi taza con leche y Nesquik y mi sándwich con mantequilla y mermelada me senté en la pequeña y redonda mesa de la cocina.

Las 10 menos cuarto. Ya había cenado, recogido la cocina, guardado las partituras del piano y me encontraba en mi habitación. Había hecho varias llamadas a sus móviles, pero la chica que siempre se escuchaba en el móvil me decía que la conexión era imposible. Estaba bastante preocupada. De pronto tocaron la puerta y yo me alivié. Bajé las escaleras y abrí la puerta con la intención de regañarles a todos por hacerme coger tantos nervios, pero tras la puerta no estaba mi familia, sino dos agentes de policía.

-Buenas tardes, ¿es esta la casa de los Brooks?-me dijo el agente de la derecha. Era un hombre calvo con cejas canosas, bastante bajito y rechoncho.

-Sí agente-los miré preocupada-¿Qué ha pasado?-un mal presentimiento recorrió mi cuerpo, me estaba asustando, y mucho.

-Bueno, traemos malas noticias. Su familia al completo ha fallecido en un accidente de tráfico. ¿Le importaría acompañarnos a comisaría?-dijo el hombre de la izquierda. Éste era alto, rubio, con ojos azules y tenía buena forma física, pero sus rasgos le estropeaban la cara, dejándolo feo. Reí, o más bien solté una risa nerviosa. Tenía que ser una broma.

-El día de los inocentes es dentro de un mes. Hagan el favor de no molestar a la gente con este tipo de bromas pesadas, ¿sí?-dije en tono enfadado. Una parte de mí sabía que decían la verdad y que me había quedado sola, pero otra parte, más grande, no quería aceptarlo de ninguna forma.

-Señorita, esto no es ninguna broma. ¿Nos haría el favor de subir al coche y acompañarnos a comisaría? Tenemos que hacerle unas preguntas. El accidente fue provocado.

Me quedé tan estupefacta al oír aquellas últimas palabras, que cuando me quise dar cuenta, estaba sentada en una incómoda silla frente a una gran mesa de madera. Delante de mí, estaba el agente rubio que había ido a mi casa.

Una hora de interrogatorio después, me llevaron a casa de mi abuela ya que era menor y no podía quedarme sola. En cuanto la puerta se cerró tras de mí, comencé a llorar de forma desconsolada y corrí a la habitación de invitados donde dormiría esa noche.

Desde entonces, sigo llorando, odio los coches y las bombas que los hacen explotar. Además de los sábados.

2 comentarios:

Departamento de Lengua dijo...

Muy bien.

Anónimo dijo...

Y eso ¿qué nota es?