miércoles, 22 de diciembre de 2010

Una experiencia imborrable

Alexander Valdivia Benavides



En el verano del 2001, cuando yo vivía aún en Perú, a la edad de seis años, mi infancia transcurrió normalmente, creo, como la mayoría de los niños de mi misma edad, hasta que irremediablemente aconteció en mi vida un suceso traumático: una enfermedad.

Como todos los días mi abuelo, un hombre de contextura media, tez blanca, de estatura baja y de un carácter apacible y cariñoso nos llevaba al colegio a mi hermano y a mí, aparentemente yo no manifestaba ningún síntoma y signo de la enfermedad, pues me desenvolvía como cualquier niño que jugaba, estudiaba, reía con normalidad.

Un día por la noche antes de acostarme fui al baño a orinar y me di cuenta que el color de mi orina era totalmente rojo oscuro. Yo no era aún consciente de lo que me estaba sucediendo, así que llamé a mi madre para contarle lo sucedido, ella vino al baño y al ver la orina con sangre se quedó sorprendida y asustada de lo que me estaba pasando, pues no sabía cuál era el motivo de esa hemorragia, parecía como si me estuviera desangrando, pero no me sentía mal, no tenía ningún dolor, así que mis padres me llevaron de urgencia al hospital. Allí el doctor de turno, un hombre alto, de contextura delgada, de ojos rasgados, cejas delgadas y nariz mediana que aparentaba ser alegre y amable, me atendió, aparentemente todos mis signos vitales estaban bien y dijo que podía tratarse de piedras en el riñón, pero que tenía que hacerme una serie de pruebas para darme un diagnóstico y así que me derivó a mi médico de cabecera.

Al día siguiente fui al hospital del "Niño" que era el centro hospitalario donde yo me atendía regularmente, y mi médico de cabecera me atendió, ella como siempre muy cariñosa y servicial me auscultó y no veía nada anormal en mí, así que me dijo que tenía que hacerme una analítica de sangre y orina, y que posteriormente me tenía que derivarme a los especialistas, como era el servicio de urología, cistografía, nefrología, luego tuve que hacerme una ecografía renal y si no teníamos hasta ahí un diagnóstico, recurriríamos a una biopsia.

Mis padres se encontraban muy preocupados por mí, ya que me había tocado vivir desde tan niño una experiencia como ésta, para distraerme un poco de todo esto, decidieron llevarnos a mi hermano y a mí a un zoológico.

A los pocos días empezó mi revisión con cada uno de los especialistas, primero con el urólogo, luego con el nefrólogo, me llamó mucho la atención cuando estuve en la sala para realizar las cistografía, era un lugar frío, inhóspito, había una camilla, lámparas y aparatos médicos, yo estaba un poco asustado, pero mi madre estaba presente y me dijo que nada malo me iba a suceder. El doctor me dio unas indicaciones, que me recostara en la camilla y que luego me iba a poner anestesia, que esté tranquilo y luego a través de un cistoscopio se podía ver el estado de la vejiga, en ella se podía apreciar unas manchas blancas entre cortantes, el doctor dijo a mi madre que el exceso de calcio tendía a formar cristales en la vejiga y que podía ser esa la causa del sangrado en la orina, pero que el informe final lo iba a dar mi médico de cabecera; así fue, luego me hicieron la ecografía renal y otra analítica.

Después de todos estos exámenes, acudimos a consulta y en ella mi médico de cabecera nos dio el diagnóstico final, la doctora explicó a mi madre el motivo de la hematuria, se trataba de una hipercalciuria, esto quería decir exceso de calcio en la orina, estos cristales al pasar por los uréteres rompían vasos sanguíneos y se producían el sangrado, se descartó las piedras en el riñón y no fue necesario recurrir a una biopsia.

La doctora indicó el tratamiento a mi madre que era tomar bastante líquido, una alimentación balanceada y reducir el calcio en la alimentación.

Mi vida al día de hoy transcurre normalmente, no he vuelto a tener esta experiencia.

1 comentario:

Departamento de Lengua dijo...

Alexander, identificas enfermedad con experiencia? Debes mejorar la puntuación, apenas usas el punto.